El petróleo de Malvinas es sólo uno más de los despojos que sufrirá nuestro país. Estas firmas y financieras, todas entre sí entrelazadas, tienen intereses en más de 110 proyectos mineros en la argentina bajo la protección de las leyes menemistas de los 90, la mirada indiferente de la actual administración, la complicidad de casi toda la así llamada oposición y la invalorable colaboración de académicos y universidades argentinas como la UNT.
03/03/2010. La historia que recientemente contamos desde este espacio de la compleja trama de entidades financieras que registran en nuestro país una larguísima sucesión de hechos que la relacionan con el poder político no es una historia Argentina. Es parte de la historia universal como fruto de la enorme concentración que transformara el capitalismo industrial del Siglo XIX en este parasitismo especulativo de oligarquías financieras alrededor del globo. Un nuevo capítulo merece la historia que precede al supuesto debate sobre el famoso Fondo del Bicentenario. Debate supuesto porque en realidad oficialismo y oposición tienen una sola preocupación: pagar la deuda a como de lugar. Los cruces verbales y políticos son solamente un ejercicio de desgaste del cual la oposición espera sacar réditos sin importarle en realidad la cuestión de fondo.
Sucede que el meneado fondo es una garantía para la reestructuración y canje de la deuda externa para cuyo manejo y administración fue contratado el banco inglés Barclays Bank, el principal accionista institucional de la firma Desire Petroleum y accionista de Borders & Southern Petroleum. Oh casualidad ambas son firmas concesionarias de la explotación petrolera en Malvinas y dueñas de la isla flotante que tanto ruido causara en los últimos días. Junto al Barclays Bank, operaran el City Bank y el Deutche Bank, dos entidades con numerosos negocios en la Argentina. Entre ellos, una estrecha relación con la firma Mercado Abierto Electrónico en la cual sus hombres comparten sillas de directorio con Arpenta S.A., Banco Macro, HSBC Bank, Banco Galicia, Banco Francés y hasta el propio Banco de la Nación Argentina. Recordemos que tanto Arpenta como, la propia Mercado Abierto y el City Bank tienen diferentes grados de involucramiento en negocios como lavado de dinero, mientras que Banco Macro resultara socio en algunos negocios de Raúl Moneta y su malogrado Banco República. El fantasma de Aldo Ducler, acusado por la DEA de lavador del Cartel de Juárez, sobrevuela en todas estas relaciones y maridajes financieros.
Resumiendo, la reestructuración de la deuda argentina está a manos de un súbdito inglés que, por añadidura es inversor en la explotación petrolera en Malvinas, y sus socios tienen un largo prontuario de oscuros negocios en el país.
Ninguno de los sectores políticos o partidos que aparecen en la televisión de un lado u otro del mostrador tratando de sacar alguna ventaja son ajenos a la promiscuidad de la relación con la corona británica. Mientras vociferan a favor en contra del fondo de garantía exigido por los ingleses (Fondo del Bicentenario) han participado y participan sin renuencias de la política envolvente de los flemáticos bucaneros hoy montados en computadoras en lugar de galeones y fragatas.
Ocultado por la prensa local pero hábilmente consignado en el sitio del Foreign Office de la cancillería británica nos enteramos que "Como parte del programa de cooperación en curso que ha tomado sucesivamente en la Argentina desde 1990, la Embajada Británica en Buenos Aires organizó una visita oficial de cinco legisladores argentinos al Reino Unido"... simultáneamente a la partida de la plataforma submarina hacia Malvinas, entre el 1 y 5 de febrero. Increíble pero cierto los diputados nacionales Adrián Pérez (Coalición Cívica ARI, GEN, UPT), Walter Agosto (Santa Fe Federal), Paula Bertol ( PRO) y Oscar Aguad ( UCR Córdoba) y la senadora provincial y presidente provisional del Senado de Mendoza, Miriam Gallardo (Frente para la Victoria) fueron a confraternizar con los ingleses. No faltó nadie.
No termina aquí la historia. El Banco Barclays forma parte de una de las principales empresas que operan en el país, Minera Alumbrera. Se trata de la décima empresa en el ranking de exportadores de 2009 cuyo principal yacimiento pertenece a la Provincia de Catamarca y a la Universidad Nacional de Tucumán.
La tercera firma involucrada en la explotación petrolera en Malvinas, Falkland Oil & Gas- tiene atrás a la mayor minera del mundo, la australiana BHP Billiton, que a su vez busca desde 2008 cobre y oro en 40 mil hectáreas en la Provincia de Salta. La cuarta y restante, Rockhopper Exploration, de capitales alemanes, es asesorada por un banco de fuerte presencia en nuestro país, el HSBC.
El petróleo de Malvinas es sólo uno más de los despojos que sufrirá nuestro país. Estas firmas y financieras, todas entre sí entrelazadas, tienen intereses en más de 110 proyectos mineros en la argentina bajo la protección de las leyes menemistas de los 90, la mirada indiferente de la actual administración, la complicidad de casi toda la así llamada oposición y la invalorable colaboración de académicos y universidades argentinas como la UNT. Las empresas explotadoras son en su mayoría canadienses, como lo demuestra el cuadro adjunto, pero los capitales que son sus propietarios, por obra y gracia de la concentración globalizada, son ingleses, norteamericanos, japoneses, en fin, no tienen bandera alguna.
Como en el Don Pirulero, cada cual atiende a su juego. Los capitales a la explotación y la ganancia, los políticos de todos los signos a la entrega del patrimonio y la calidad de vida de los ciudadanos... pero, ¿y los ciudadanos? ¿Cuál es nuestro juego? Es, sin duda, la más terrible de las preguntas por la presumible dureza de su respuesta.
¿Nos harán jugar a los ciudadanos otra vez el juego del conflicto nacionalista? Así dice la prensa inglesa, que opera al consumo con el Foreign Office. Mientras, la prensa argentina, que también parece trabajar para ellos, nos manipula y oculta la verdadera información. Todos los días noticias sobre Malvinas y la plataforma submarina. Pero ni una sola línea sobre los ejércitos mineros de ocupación y desguace. Y son los mismos. Pero a estos los tenemos en nuestro continente, en nuestras rutas, en nuestras casas.
Usando nuestra agua, mandando al infierno el ambiente sano del que debieran gozar nuestros nietos. Todo es juego de ellos, del imperio. ¿Y nuestro juego? En Malvinas y aquí, en el continente, debiéramos tener otra letra para cantar, otra música para tocar. Y no la habrá en tanto no comprendamos que debemos atender a este Don Pirulero para no pagar la prenda.
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